Mandolina
Este cordófono de plectro y sus infinitas variantes aparecen en casi todas las regiones del mundo que tuvieron o tienen influencia occidental. La historiografía sitúa sus orígenes en la plástica medieval, donde comenzará un desarrollo que culminará en los períodos barroco y clásico. Su auge en la música popular tendría lugar en el siglo XIX coincidiendo con el apogeo de las mandolinatas y ensambles de pulso y púa presentes por toda Europa, especialmente en el contexto ibérico. En Canarias observamos dos morfologías: la italiana y la española, etiquetas que no responden tanto a una diferenciación geográfica como morfológica. La italiana o napolitana tiene el fondo curvo y compuesto por costillas, además de una tapa bipartita que forma un ángulo de unos 150° en la unión de las partes, coincidiendo con la ubicación del puente flotante. La española o ibérica consta de un fondo plano o ligeramente curvo, formado por dos piezas de madera dispuestas en torno a un eje. A veces el perfil de esta variante dejaría un contorno en cuña que nos recordaría a la cítola y el cistro. Si bien la mandolina es un instrumento que ha sido registrado en la totalidad del archipiélago es importante destacar que será en Lanzarote donde tendrá un protagonismo indiscutible junto al laúd y la mandola.