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EL VIVO

EL VIVO (EL HIERRO)

Análisis musical
Esta sencilla tonada solo consta de un tambor y una voz en su haber. Está en un compás de 3/4 que se desenvuelve en un tempo ligero y agitado. La melodía, en modo jónico, es corta y repetitiva. La letra suele aludir al cortejo, a la migración o a referencias toponímicas. El discurso musical está claramente supeditado al dancístico. Tanto es así, que el quehacer del solista se interrumpe abruptamente cuando se resuelve la puja de la pareja en cuestión. Véase el epígrafe del apunte antropológico para ampliar conocimientos.

Historia
Las danzas pantomímicas parecen remontarse a los albores de la cultura, cuando el Homo sapiens apenas había puesto en su boca algunas voces para referirse a los conceptos más básicos de la comunicación. Ya sumergidos en la historia y, por tanto, en las fuentes escritas, aparecen diferentes ejemplos de este tipo de coreografías. De la Grecia Clásica nos llega el Makellarikos Horos o danza de carniceros, una representaciones dancísticas y teatrales en las que se emula una lucha de espadas. Esta se mantuvo viva durante toda la Edad Media en el área de influencia del Imperio Bizantino, y se haría célebre en las cortes europeas en la edad posterior. Algunos divertimentos y fragmentos de ópera, y ulteriormente el ballet, son solo algunos ejemplos más de una práctica dancística que parece ser transversal a las culturas y las clases sociales.

Apunte antropológico
El Vivo o Vivito es quizás la única danza pantomímica del archipiélago. Es especialmente célebre por ser una herramienta de cortejo entre los jóvenes herreños del siglo pasado, que veían en este baile una ventana permitida al flirteo y el contacto físico. El funcionamiento de la danza es sencillo. Sin perder un paso valseado, la mujer expresa exagerados gestos femeninos como maquillarse o destrabar las enaguas; al tiempo, el varón habrá de imitar dichos gestos sin perder el compás. En una de esas idas y venidas la fémina propiciará la situación idónea para arrebatar el sombrero de la cabeza al hombre de un manotazo. En ese instante la música para y otra pareja entra al ruedo a resolver un nuevo envite.

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