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Laúd

Contrariamente a lo que se cree, el laúd tenor es un instrumento de creación relativamente reciente. Según refieren Juan José Rey y Antonio Navarro (1993), se trata de una versión atenorada de la bandurria creada por el maestro madrileño José de Campo y Castro en torno a la década de 1880, quien lo bautizó como “el nuevo laúd” para diferenciarlo de los altos instrumentos del pasado ya en desuso, y de la bandurria, la cual tenía en esos tiempos una connotación peyorativa. La creación de este instrumento da respuesta a las necesidades generadas en las estudiantinas, rondallas y tunas de finales del siglo XIX que terminarían por conformar un corpus musical que transitaba de lo popular (jotas y rondallas) a lo académico (zarzuelas) y que goza de gran actualidad. La transición de lo académico a lo popular se produjo una vez más, y rápidamente folkloristas de todo el país abrazaron el nuevo instrumento. Morfológicamente el laúd tenor tiene más en común con la cítola y el cistro que con los laúdes renacentista y barroco. Se trata pues de un cordófono de doce órdenes con una afinación gradual por cuartas que de grave a agudo sería sol #, do#, fa#, si, mi y la. Aunque encontramos otras afinaciones y construcciones como la octavilla (primera en mi), el laudín o laúd contralto (primera en re) y el archilaúd (primera en la grave); esta será la afinación más popular en Canarias.

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