TAJARASTE DE SAN ANDRÉS Y SAUCES

TAJARASTE DE SAN ANDRÉS Y SAUCES (LA PALMA)

Análisis musical
Tres melodías llegan hasta nuestros días. La principal, en 4+2/4, muy semejante a las que observamos en Tenerife; y dos melodías de aparición más esporádica que se caracterizan por estar en 4/4. A nivel formal la pieza consta de una sección A formada por la melodía principal interpretada con varias flautas de ductus lingual y acompañada por tambores y castañuelas, y una sección B donde estos aerófonos resuenan en solitario. Todo el material temático se encuentra en modo jónico, si bien el temperamento de las flautas no parece ser una preocupación para artesanos e intérpretes. De hecho, estos últimos habitualmente tocan la misma melodía a distancia de segunda menor o mayor, conformando lo que la teoría musical denominaría una sucesión de disonancias.

Historia
Este género está amparado bajo lo que Talio Noda (1999) denomina Bailes de pastores, ofrendas y otras celebraciones navideñas. Hemos decidido describir este en concreto por su difusión en la isla y porque llega a nuestros días sin apenas interrupción. No ocurrió lo mismo con los toques de San Pedro (Las Breñas), o con el Baile de Tijarafe, el cual se interpretaba con acordeón y percusión en el interior de la Iglesia de la Virgen de Candelaria en aquel municipio. Si bien a nuestros días apenas han llegado un puñado de ejemplos, las expresiones musicales de evocación pastoril parecen haber sido un importante corpus musical en el contexto de las Misas de Luz y del Gallo celebradas en honor al Niño Dios en el tiempo de Pascua de Navidad.

Apunte antropológico.
El tajaraste de San Andrés y Sauces pertenecería a lo que Lorenzo Perera (2002) denominaría “Folklore maldito”. Pues es una de esas expresiones folklóricas que han podido ser censuradas durante el régimen dictatorial que atravesó España en el siglo XX. Recordemos la prohibición expresa del Sínodo Diocesano en 1947 bajo el amparo de la dictadura, que decretó: “Queda absolutamente prohibido siempre, y en especial durante las llamadas misas de la luz el uso se instrumentos fragosos como panderetas, guitarras, bandurrias, etc.; así como el ejecutar al órgano o armónium piezas profanas, cantos populares”. Entendemos por tanto el carácter paralitúrgico de esta pieza, donde elementos coloquiales, quizás con ascendencia pagana, debían entrar a la iglesia misma.